La vitamina D o “vitamina del sol” es uno de los nutrientes esenciales para el adecuado crecimiento y desarrollo infantil, ya que favorece la incorporación al organismo del calcio y del fósforo y contribuyen a construir nuestra masa ósea. Por ello en los más pequeños es necesaria para prevenir enfermedades como el raquitismo y otras anomalías de los huesos.
Nuestro cuerpo sintetiza naturalmente la vitamina D cuando tomamos baños de sol. Sin embargo, dado nuestro ritmo de vida actual y los peligros que entraña la exposición al sol especialmente en bebés, cada vez es más habitual que los pediatras recomienden un suplemento de vitamina D para los bebés, que tanto la leche materna como las fórmulas no aportan en cantidad suficiente si el bebé no es expuesto al sol.